Un día cualquiera, recuerdo, vi a un pájaro dejar de volar y comenzar a caminar sobre sus dos patas. No le presté mucha atención y seguí mi camino. El caso es que cada vez que salía veía al mismo pájaro caminando por la vereda: iba y venía, iba y venía con un paso bastante particular, un paso dificultoso que pretendía parecerse a otro paso que ya había visto antes, pero no supe con certeza adónde.
Un día cualquiera salí y me percaté que junto con este pájaro había otro. Ambos estaban caminando, en direcciones opuestas, pero igualmente atareados. Esto sí me pareció raro y me quedé un rato observándolos. Eran increíbles. Caminaban de un lado a otro y meneaban la cabeza como molestos. Ninguno emitía algún tipo de sonido. Nada. Caminaban, se cruzaban, llegaban al final de la calle y luego se devolvían en una rutina inexplicable: dos pájaros caminando de un lado a otro completamente en silencio.
Un tercero se unió al grupo. Los vi caminando y no me sorprendí mucho la verdad. Luego un cuarto, un quinto y así hasta que toda la calle estuvo llena de pájaros caminantes que, incluso, se animaban a dejar los márgenes de la calle y doblaban las esquinas, cruzaban las calles, chocaban y seguían caminando con ese pasito, ese pasito que yo había visto antes, un paso como de...humano. Sí, un paso que los humanos dan cuando van muy apurados o atrasados a alguna parte, salvo que los pájaros no iban a ningún lado, sólo caminaban, sin rumbo, chocándose y en silencio. Ese silencio me hizo caer en cuenta que hace ya varios días no escuchaba a ningún pájaro cantar.
Los días pasaban y más y más pájaros de todos tipos se daban cita en el lugar.
La situación me abrumaba. Ya no veía pájaros en el cielo. los veía en la tierra, caminando con sus dos patas, muy erguidos y las alas pegadas en las espaldas. El cielo entero se vació de pájaros y los árboles se conviertieron en verdaderos pueblos fantasmas, los pájaros no dormían ya, ninguno volaba.
Lo último que recuerdo es querer salir de la casa y no poder. Traté de salir con mucho cuidado para no pisar a ninguno. Entreví un claro en el camino y me metí en él. Caminé a su ritmo y no parecieron advertir mi presencia hasta que choqué de frente con uno de ellos y él, muy amablemente me dijo: "disculpe caballero", y siguió caminando, atareado, como si nada.
Un día cualquiera salí y me percaté que junto con este pájaro había otro. Ambos estaban caminando, en direcciones opuestas, pero igualmente atareados. Esto sí me pareció raro y me quedé un rato observándolos. Eran increíbles. Caminaban de un lado a otro y meneaban la cabeza como molestos. Ninguno emitía algún tipo de sonido. Nada. Caminaban, se cruzaban, llegaban al final de la calle y luego se devolvían en una rutina inexplicable: dos pájaros caminando de un lado a otro completamente en silencio.
Un tercero se unió al grupo. Los vi caminando y no me sorprendí mucho la verdad. Luego un cuarto, un quinto y así hasta que toda la calle estuvo llena de pájaros caminantes que, incluso, se animaban a dejar los márgenes de la calle y doblaban las esquinas, cruzaban las calles, chocaban y seguían caminando con ese pasito, ese pasito que yo había visto antes, un paso como de...humano. Sí, un paso que los humanos dan cuando van muy apurados o atrasados a alguna parte, salvo que los pájaros no iban a ningún lado, sólo caminaban, sin rumbo, chocándose y en silencio. Ese silencio me hizo caer en cuenta que hace ya varios días no escuchaba a ningún pájaro cantar.
Los días pasaban y más y más pájaros de todos tipos se daban cita en el lugar.
La situación me abrumaba. Ya no veía pájaros en el cielo. los veía en la tierra, caminando con sus dos patas, muy erguidos y las alas pegadas en las espaldas. El cielo entero se vació de pájaros y los árboles se conviertieron en verdaderos pueblos fantasmas, los pájaros no dormían ya, ninguno volaba.
Lo último que recuerdo es querer salir de la casa y no poder. Traté de salir con mucho cuidado para no pisar a ninguno. Entreví un claro en el camino y me metí en él. Caminé a su ritmo y no parecieron advertir mi presencia hasta que choqué de frente con uno de ellos y él, muy amablemente me dijo: "disculpe caballero", y siguió caminando, atareado, como si nada.
1 comment:
no quedó como lo había planeado, pero por algo es sólo un ejercicio
algún día lo lograré
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