dos abril dosmilsiete

Quiero decir que te extraño, pero no sé bien en realidad. Llegué del trabajo con un incipiente y un nuevo, nuevísimo resfrío. No tuve ni tengo hambre. Comí un pan con la tele encendida, sin verla, no quise, como ahora, sólo tengo sed de compañía.

La casa está sola y creo que de ahora en adelante deberé acostumbrarme a situaciones como ésta. La soledad física, la soledad mental, la distancia, lo relativo de los metros, lo que nos divide, lo que está entre todos nostros y nos define.

Me siento afiebrado. Por el puro placer de salir o de hacer algo salí a comprar al supermercado y al llegar me hice una limonada con miel. No quiero estar solo y se supone que tú existes, que estás en mi vida y todo eso, pero nada, no estás, quién sabe.

Voy a colgar mi ropa recién lavada.

Se oscurece más temprano, el otoño llega. Lo más lindo es la luz del atardecer que es como una caricia rotunda, un beso de buenas noches, un pedazo de nube entre los dientes.